Un blog sin sentido

Como podéis ver, hay veces que me da por escribir y como quería ponerlo en algún sitio y no sabía donde al ver esto del blog me decidí a colgarlos, por eso que aquí los dejo. Espero que os gusten y si queréis dejar algún comentario.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Llamando a la puerta del infierno...

He de confesarlo... hace un par de meses me volví adicto a la droga más dura que pueda existir. Cuando la tomaba no existían problemas... no había nada ni nadie a mi alrededor que pudiera bajarme de mi nube, con ella era como si fuese capaz de gobernar el enloquecedor infierno...

Pasó el tiempo y cada vez dependía más de mi droga... ya fuera de noche o de día... ya estuviese feliz o triste. Un día me levanté y me di cuenta de que la droga no estaba, se había acabado... sentía como mi cuerpo se venía abajo, cómo la necesitaba más que nunca... como mi alma convulsionaba por volver a tenerla en mis manos y calmar mis tormentos desesperados...

Me sentía vencido... atrapado en sus dulces manos... dependiendo de ella y con mi cuerpo marchitando cada segundo por probar tan sólo un gramo de aquella despiadada droga que se había apoderado de mi en cuerpo y alma.

Traté de desintoxicarme... de olvidar por completo el sabor del néctar de aquella pócima que purificaba cada parte de mi cuerpo cuando la tomaba.

Creía que estaba curado, que las toxinas había escapado... que mi cuerpo era libre y que los rastros de aquel brebaje ya no se escondían por mi cuerpo.

De repente, aquella misteriosa droga volvió a asomar su retrato en el lienzo de mi vida... me veía capaz de soportarlo, de resistirla aunque provocase en mi una fulminante locura...

Me enfrenté... comprendí que no podía combatirla... que ella aún me poseía... caí de nuevo ante el poder del infierno y dueño de sus deseos entendí que no hay droga más dura que el roce de su piel...

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Nunca me gustó decir lo siento...

Hoy, los truenos me han despertado, la ciudad estaba completamente a oscuras y el cielo lloraba azotándo con furia los tejados de las casas. Anduve por calles mientras la fría lluvia empapaba mi cara. Sabía que hoy sería un día malo, lo sabía… pero aún así me desperté con ganas de seguir un día más aguantando la carga que cae sobre mis hombros y cada día me hunde más y más.

¿Qué siento? Siento rabia, impotencia… siento que todos los agobios de mi vida se acumulan, se concentran en mi mente y cuando menos lo espero salen disparados propulsados por el mismo diablo… y lo peor de todo es que siempre chocan contra aquellos a los que más quiero.

Me tumbo en la cama e intento ordenar mis ideas… mis temores… mis ausencias. Quiero que acabe todo, que por fin vuelva a la normalidad… que se vayan los demonios de mi cabeza que luchan para que toda mi vida vuelva a teñirse de negro.

Hoy, buscaba la solución a mis problemas… quería descubrir a quién podría recurrir para liberar todos mis temores… para liberar mi estrés y pensar por un instante con claridad. Ahora lo entiendo, por eso no encontraba la solución… no era a quién… era a qué debía recurrir para desahogar mi alma atormentada por tantas decisiones importantes que confunden mi existencia… lo veo todo más claro.

Vuelvo a escribir… ¿por qué?... porque cuando algo me preocupe… cuando algo me atormente… cuando la presión pueda sobre mí y mi cuerpo cese cayendo desplomado al suelo… bajaré la carga que me pesa y la encerraré en unas letras de alivio y consuelo.

Vuelvo a respirar… puedo notar la sensación del aire fresco recorriendo mis pulmones y veo cómo todo está más claro… tanto que parece que la habitación vuelve a iluminarse… pero un momento… no, no es eso, el sol ha salido de nuevo y las nubes están desapareciendo… ¿quizá sea una señal? No lo sé… sólo espero que no sea tarde para decir que “Lo siento”

viernes, 15 de agosto de 2008

Princess of the Darkness

Los primeros rayos de luz del día empezaban a aclarecer mi oscura habitación. Era una mañana de verano y me desperté serenamente del más intenso y placentero de todos mis sueños.

En él, aparecía una princesa, la cuál al caer la noche y quedarse todo sumergido en la oscuridad, podía mezclar sus sueños con la vida real. Todo el mundo la conocía como la princesa de la oscuridad. Yo iba caminando pensativo como de costumbre cuando, sin previo aviso, se paró ante mi, me miró con esa mirada hechizante que sólo ella sabe poner y quedé cómplice de su juego prohibido. Mi cuerpo no respondía, tan sólo obedecía las órdenes que esa hipnotizante mirada le mandaba, había hecho de mí una marioneta de sus más ardientes deseos. Las horas pasaron volando a su lado y cuando me quise dar cuenta había desaparecido entre la penumbra dejándome tan sólo el recuerdo de sus dulces labios y sus cálidos abrazos.

Antes de abrir los ojos y despertar de aquel maravilloso sueño noté cómo en el aire todavía se podía palpar el sudor de nuestros deseos y cómo en mi habitación todavía se respiraba el olor de aquel perfume con esencia a trozo de cielo. Pero sin lugar a dudas, lo más extraño, fue que sobre mi mesita había aparecido una de las pulseras negras que aquella princesa llevaba en su brazo.

¿Acaso no fue un sueño...?, y si no lo fue... ¿dónde estás princesa de la oscuridad...?

Si fue un sueño... tan sólo te pido que me hagas prisionero de tu oscuridad porque... no quiero volver a despertar...

sábado, 19 de julio de 2008

Días de oscuridad

Eleve levemente la voz y cuando tu rostro se giró todo quedó sumido en la más intensa oscuridad... no podía ver con claridad y no entendía el por qué... ni la luz de las farolas podían dejarme ver el gentío de alrededor y tan sólo podía verte a ti, princesa de la oscuridad.

La noche nos encontró con una sonrisa y todo parecía recordarme tiempos pasados. Sólo tenia ojos para tus labios pero no estaba seguro de querer besarlos.

Si con el viento de la noche hubiera podido entrar en tu cabeza habría destrozado las telarañas de tu mente que ocultan mi imagen... si tu me lo hubieras pedido me habría perdido toda la noche contigo buscando juntos un pequeño paraíso.

viernes, 11 de julio de 2008

Viviendo de palabras...

Siento cada palabra que sangras como si fuese el sudor de mis propios delirios... noto que mi corazón da un vuelco al ver que en tus recuerdos, tras esa telaraña fabricada por el olvido, está la imagen de mi rostro oscurecido... quizá la distancia nos ayudase en el olvido, pero cómo respirar si cada vez que te veo recuerdo lo vivido.

Escribimos para consolarnos de aquel amor perdido, pero los sueños y nuestros ardientes deseos hacen que te sienta conmigo... ¿por qué nuestras miradas siguen siendo cómplices de un juego prohibido?... ¿por qué mi memoria recuerda el sabor de cada beso cuando hablas conmigo?... ¿aún sigo hechizado? ¿acaso sientes tú lo mismo?... y sin saber las repuestas sigo buscando tus labios por las calles como un pobre mendigo.



jueves, 3 de julio de 2008

Cuando desperté... ya no estabas. Busqué en el cajón y encontré un destello del recuerdo de tu olor. Al mirar por la ventana la lluvia me escupió con cierta ironía y los cristales de mi habitación reflejaban tímidamente tu rostro en el que se esculpía una tímida sonrisa. Mis demonios querían hacerme creer que ya no volverías, pero algo en mi interior decía que en tu mente mi recuerdo prevalecía.

Salí de mi casa con un rostro nada común en mí, las mejillas enrojecidas y la cara iluminada cual estrella que nace en el infinito pero estrecho firmamento. Caminaba firme, con decisión y tan sólo pendiente de lo que había a mi alrededor. Habían pasado diez minutos y seguía andando por la calle sin ni siquiera saber si mis zapatillas estaban limpias, porque la verdad es que últimamente, era lo único que veía al andar.

Al poco tiempo, todo había cambiado y ya no moría por tus besos. El olvido nos atacó, y seguramente la distancia hizo el resto. Nuestros caminos se alejaron quedando unidos tan sólo por un estrecho sendero. Quizá indicaba que todavía pensabas en mi, o quizá que en mis sueños a veces te veía venir, pero nuestro orgullo, impidió que nuestro ave fénix pudiera de sus cenizas resurgir quedando atrapado en el recuerdo que siempre llevaré junto a mi.

viernes, 27 de junio de 2008

Al final... te encontraré


Voy vagando por un extenso desierto. Cada segundo, el calor hace mella en mi garganta que pide a gritos un trago de agua, pero aquí tan sólo hay arena. Algunas veces creo ver enormes manantiales que hacen brotar en mi corazón una mínima esperanza de supervivencia, pero cuando me acerco para saciar esta enorme ausencia, desaparecen de golpe.

Mi cabeza cada vez está más confusa y, a veces, me parece que estoy andando en círculos. Mis pies temblorosos, a penas pueden continuar con el abismal esfuerzo de sostener mi cuerpo. Mi cara languidece continuamente desgarrando de mi rostro una absurda sonrisa al pensar que desde los cielos tú me miras. Quizá seas el único apoyo que me da fuerzas para resistir el día a día, o quizá mis neuronas, bañadas en un mar de sufrimiento, buscan la felicidad en aquellos preciosos recuerdos... tú y yo, a solas, en la playa, sin nadie que mirara, saciando nuestros fogosos deseos, creyendo que cada amanecer era perfecto y cada anochecer una excusa para comernos a besos

Pero tan sólo son eso… sueños. Sigo sin encontrar mi rumbo y sin centrarme en la búsqueda de mi camino, quizá porque mi razón ya está muerta y yo sin ella no tengo sentido. Inexplicable buscar sentido a una vida, en la que cada segundo, sin poder olvidarte, muero por los besos que jamás podré darte.

La única vacuna para este sufrimiento es la creencia de que me esperas impaciente en la otra vida, porque si no… que alguien me explique si existe algún sentido en esperar agónicamente sin saber que se juntarán nuestros destinos.

domingo, 15 de junio de 2008

Al filo de la locura

Llevo tanto tiempo atormentándome por el recuerdo de tu pelo... y es así, que cada noche, preso de mis propios delirios, en los escasos minutos que consigo dormir vuelvo a soñar contigo.

No sé bien como definir ese estado de embriaguez que provocan tus ojos al clavarse en mi... por un instante, me siento capaz de sostener el sol con cualquiera de mis dedos, durante ese minúsculo instante, podría despegar los pies del suelo para robarle una estrella al cielo y regalártela, para que cada noche, en mi ausencia, pudiera consolarte.

Pero en escasos minutos vuelvo a la realidad, tu no me miras con esos ojos y yo... yo no tengo el valor necesario para provocarte ni el más mínimo sonrojo. Mis labios, sedientos de tu veneno, claman un grito al cielo al ver que cada día se sienten mas secos... tan secos, que parecen esqueletos condenados a seguir moribundos en un mundo de vivos en el que ellos se sienten muertos.

Y así, noche tras noche, agarrado al filo de la cordura, noto que una parte de mi se resbala por el precipicio de la locura.

lunes, 9 de junio de 2008


Estoy inmerso en un abismo fantasmal en el que sólo existe oscuridad y aunque veo miles de manos temblorosas que aparecen de la nada intentándome ayudar, por fin sé que ya no quiero huir más.

Abandono durante largas horas este mundo para sumergirme en un desierto dentro de los recuerdos de mi cabeza, en los que ya tan sólo quedan espejismos de lo que un día fue un indescriptible paraíso.

Cierro los ojos mientras mis manos palpan sin control las minúsculas teclas que teletransportan mi imaginación a una realidad que no entiende de sentimientos, tan sólo son millones de números mezclados en una codificación binaria... letras sin sentido.

Escribo sin pararme a pensar las ideas que pasan por mi cabeza antes de marcar cada sílaba, cada palabra... mientras mi cuerpo convulsiona sin saber exactamente lo que esta pasando, pero cuando por fin todo termina y leo lo que supuestamente mi ser inconsciente ha relatado, veo que todo recobra su sentido.

Ahora entiendo lo que realmente pasa por mi cabeza... podría ser indiferencia, o quizá incomprensión... incomprensión por no entender lo que pasa por tu cabeza para que actúes así... o incomprensión de mi mente por no saber porque así pienso... pero lo cierto es que, a veces, sigo pensado en ti.

martes, 13 de mayo de 2008

La muerte


"En mi mundo, la muerte era una mano anónima e incomprensible, un vendedor a domicilio que se llevaba madres, mendigos o vecinos nonagenarios como si se tratase de una lotería del infierno.

La idea de que la muerte pudiera caminar a mi lado, con rostro humano y corazón envenenado de odio, luciendo uniforme o gabardina, que hiciese cola en el cine o riese en los bares no me cabia en la cabeza."


Se merecía una entrada especial este texto de "La sombra del viento" de Carlos Ruiz Zafón. Os recomiendo este pedazo de libro.