
No sé bien como definir ese estado de embriaguez que provocan tus ojos al clavarse en mi... por un instante, me siento capaz de sostener el sol con cualquiera de mis dedos, durante ese minúsculo instante, podría despegar los pies del suelo para robarle una estrella al cielo y regalártela, para que cada noche, en mi ausencia, pudiera consolarte.
Pero en escasos minutos vuelvo a la realidad, tu no me miras con esos ojos y yo... yo no tengo el valor necesario para provocarte ni el más mínimo sonrojo. Mis labios, sedientos de tu veneno, claman un grito al cielo al ver que cada día se sienten mas secos... tan secos, que parecen esqueletos condenados a seguir moribundos en un mundo de vivos en el que ellos se sienten muertos.
Y así, noche tras noche, agarrado al filo de la cordura, noto que una parte de mi se resbala por el precipicio de la locura.
2 comentarios:
De nuevo un 10!!!
Pese a que me encantan tus entradas, a ver si algun dia haces una mas feliz!!!jejeje, y en la que ese veneno entra de lleno en esos labios tan ansiosos del mismo.
Un abrazo. SGG
Niño, esto más que prosa es verso.
Gracias por los halagos pero tus textos tampoco se quedan cortos, eh?
Un día tenemos que escribir un texto conjunto, a ver qué sale. ¿Te parece?
Un fuerte abrazo.
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